El pueblo despidió al gallo con el último adiós de este mundo

Por José Encarnación Martínez

Tito Rojas, el gallo, no quería que lo lloraran cuando llegara el sueño profundo. El pueblo cumplió. En su velatorio, que tuvo lugar en el Coliseo Marcelo Trujillo de la Ciudad Gris, se derramaron lágrimas por el ser humano, Julio César Rojas López.

La gente se dio cita en la casa de los Caciques para recordar al guapo del barrio Mariana, para despedir de la vida terrenal al hombre humilde, al chistoso, al de la voz ronca, al de las reuniones en la esquina, al tipo de Humacao al que no se le subían los humos, ni cuando echó raíces en la Orquesta Internacional de Pedro Conga, ni cuando se fue con Justo Betancourt y su Conjunto Borincuba, ni cuando su Conjunto Borincano, ni cuando con Luisito Ayala y la Puerto Rican Power, ni mucho menos cuando llegaron los tiempos de ser solista en una década de los noventa que fue suya.

Una monoestrellada desplegada en la tarima sirve de escolta principal al féretro del gallo salsero. Una pantalla gigante muestra imágenes con su familia. Suenan sus clásicos, particularmente “Nadie es eterno”, ese numerito que le duele mucho a los salseros desde el 26 de diciembre de un año que ha sido un dolor de cabeza. Hay flores. Hay un retrato que le hace guardia al féretro, una pieza del artista plástico Jaime Thomas. Están sus músicos, su familia. Le cantó Alex D’Castro. Dijeron presente Víctor Manuelle, La India, Norberto Vélez y otras figuras del ambiente que hoy se juntaron para pensar a un amigo que se mudó al paraíso, “donde el amor y la fe, y la esperanza duran para siempre”.

“En los años noventa Tito era el artista más pegao’ que tenía la radio”, le dijo a Salsoul Víctor Manuelle. “Tuve el honor de tener una linda relación con él y con su familia. Era como un niño travieso grande, no hablaba mal de nadie. Lo más que me llevo de él es su calidad de ser humano, la persona que fue Tito Rojas. Tenía la prticularidad de ser un artista popular capaz de hacer canciones románticas, chistosas y también ser un guarachero. Tenía esa conexión de cantante de pueblo, ese artista que tenía la magia de cantar y luego irse a comer un bacalaíto y beberse algo con su gente. Al igual que el Cano Estremera, fue de esos últimos con esa magia”.

Para Norberto Vélez, exintegrante del grupo NG2, Tito Rojas representó una identidad propia en la salsa, “con un estilo propio de hacer música que las nuevas generaciones tienen que rescatar”.

“Sus dichos, sus refranes y sus temáticas siguen llamando la atención de la juventud. Tenerlo de cerca me sirvió para hacerle un homenaje en vida”, destacó, haciendo referencia a la oportunidad de tenerlo este mes en su programa Sesiones desde la Loma, que se trasmite a través de su canal de YouTube. “Me llena de satisfacción haber tenido la dicha de que sus últimas dos presentaciones hayan sido en mi espacio, cerró con un especial de Navidad gratuito. Tito Rojas era Tito Rojas, una música que solo él producía”, puntualizó Vélez.

El velatorio de pueblo será hasta las 6:00 de la tarde. Mañana, miércoles, a partir de las 10:00 del día, la comitiva fúnebre partirá desde la funeraria Toñito Flores al cementerio del barrio Mariana para dar cristiana sepultura al gallo salsero en una ceremonia privada.

 

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