In memorian Ismael Quintana

El siguiente es un articulo redactado por el Periodista y colaborador de SalSoul Jaime Torres Torres para la Fundacion de la Cultura Popular muchas gracias a Javier Santiago & Jaime Torres por permitirnos compartir este interesante documento. Para mas informacion de nuestros artistas visita la pagina de la Fundacion para la Cultura www.prpop.org  Nuestro cariño y respeto para la Familia de Ismael Quintana.

IN MEMORIAM

Ismael Quintana: referencia obligada publicado el 21 de abril de 2016

Por Jaime Torres Torres

Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

quintana

Fue una de las Estrellas de Fania que nunca alardeó de su refulgencia en la constelación de la salsa.

Ismael Quintana sí será recordado por su humildad, puntualidad y caballerosidad, en y fuera del escenario.

Fue una leyenda que nunca estuvo dispuesta a pagar el alto precio de la fama, que pagaron otras celebridades salseras, cuyas historias son harto conocidas.

Ismael optó por la mejor parte. Fue un hombre de familia y, en su tiempo libre, supo ganarse la vida lo mismo desempeñándose como técnico dental que trabajando en un colmado en Denver, Colorado, donde la noche del pasado domingo murió de un infarto, a los 78 años.

Pero, como los artistas son inmortalizados por sus obras, Ismael deja un legado musical trascendental que, a través de un breve vistazo, primero revela su orgullo por sus raíces culturales e identidad boricua.

El discurso social de Eddie Palmieri, indiscutiblemente, lleva su rúbrica, como coautor. Ya a mediados de la décadas del 60, en el disco “Lo que traigo es sabroso” de 1963, arrullado por la nostalgia por la patria amada, Quintana compuso “Bomba del corazón”, capturando el sentimiento por el terruño ausente de una generación de boricuas en los Niuyores.

“Quisiera yo dedicarle

esta bomba que traigo aquí

a mi tierrita querida

bella y hermosa donde nací.

Es la Isla del Encanto

donde por primera vez sentí

orgullo y alegría por eso

vivirá siempre en mí”.

Al anhelo patrio sumó, junto a Palmieri, cuyas raíces también son ponceñas, el clamor social de “Justicia”, una composición cuya letra se le atribuye a Ismael. Tras la pesadilla de Corea y en plena efervescencia bélica en Vietnam, “Justicia” fue un alarido contra la opresión.

“Justicia tendrán, justicia verán

en el mundo los desafortunados.

Con el canto del tambor

del tambor, la justicia yo reclamo.

Justicia tendrán, justicia verán

el mundo y los discriminados.

Recompensados serán

no serán, no serán perjudicados.

Si no hubiera tiranía

todos fuéramos hermanos

dulce paz y armonía

alegría, tú lo veras”…

En plena época de resistencia hippie, con el misticismo del “peace and love” que encontró eco en Woodstock como escenario de expresión y protesta, la invitación de “Vámonos pa’l monte”, como alternativa de escape a la descomposición de la sociedad urbana niuyorquina, hoy repercute como en 1971.

“Vámonos pa’l monte, pa’l monte pa’ guarachar

vámonos pa’l monte, que el monte me gusta más.

Este mundo está travieso y aunque eso me importe a mí

yo no puedo controlarlo, sigo contento y feliz.

Aquí en las grandes ciudades, solo se ve congestión

pero allá en el monte mío

hay espacio y fascinación”.

Un clásico de la salsa, no hay duda, es su composición “Puerto Rico”, del elepé “Sentido” de 1973, que escribió junto a Palmieri. Una letra concisa, pero en sí una metáfora de su admiración por la patria donde sus restos serán sepultados este fin de semana.

“Isla linda y bonita con sus aguas benditas

yo le canto a la Isla de mi encanto.

Isla linda y preciosa sobre todas las cosas

yo mantengo en mi mente tu memoria

Puerto Rico…

Isla de gran riqueza, de cariño y belleza

de palmeras y playas siniguales.

Isla tierna y pura, y de gran hermosura

verdes valles y pueblos hechiceros

Puerto Rico”…

En 1974 Ismael Quintana debutó como solista con la división de Fania, Vaya Records, que propició su incursión a la Fania All Stars, debutando con la interpretación de “Fue en Santiago” del disco “Tribute To Tito Rodríguez”.

El elepé que contiene los éxitos “Mi debilidad” y “La blusita colorá” incluye su composición “Tambó”, un réquiem a la percusión de un sentimiento y riqueza poética sinigual.

“Lalalala lalalala

Tambó tú que borras mis penas

tambó cuando te oigo sonar

todo lo que a mí me perturbe

todito lo malo me haces olvidar.

Tambó nunca me desampares

tambó no dejes de vibrar.

Si cuando yo estoy a tu lado

me siento contento al tu repicar”.

En 1976, Ismael regresó con “Lo que estoy viviendo”, ya en la cima de su popularidad como solista. Esta vez quemó las ondas radiales con su obra “El juez final”, que aborda el tema religioso-cristiano, como hicieron Héctor Lavoe y La Selecta con “El Todopoderoso” y “El Buen Pastor”, respectivamente.

“En la vida uno tiene decepciones

y uno piensa que su mundo va a acabar.

Sin embargo, hay que tener resignación

pues son cosas que uno no puede evitar.

Sube y baja: ese es el juego de la vida

lo sé bien y ahora te lo voy a explicar

mira arriba y tú tendrás consolación

solo Dios a ti te puede consolar.

No te olvides caballero que el Señor es juez final

Si tú no pierdes la fe nunca nada te va a tumbar.

No pierdas tu valor sigue con mucho amor

Él aprieta, pero no ahoga”…

Su gusto por el folclor afroboricua, evidente en la “Bomba del corazón” que en la década del 60 grabó con Palmieri, lo canaliza nuevamente en 1977 al escribir una nueva letra para la plena “Oí una voz”, contenida en el disco “Love, Life & Feelings” que le dirigió Louie Ramírez. Contrario a “El Juez Final”, aquí optó por el humor.

“Oí una voz, oí una voz

oí una voz del cielo que me llamó.

Me dijo: ‘oye Ismael, necesitaba un cantante

ya vacilaste bastante, tú lo tienes que saber’.

De pronto le contesté: ‘mira yo me quedo acá

No quiero irmne pa’ llá,

hay muchas cosas que hacer”…

Posiblemente, el disco más complaciente de su carrera, aparte de la producción “Mucho talento” que grabó con Papo Lucca, es el álbum “Jéssica” que realizó en 1979 junto a Ricardo Marrero & The Group. Su hija Jéssica, entonces una recién nacida, aparece en la carátula en brazos de su feliz padre. Pocos le han cantado a la bendición de la paternidad como Ismael Quintana.

“Por fin llegaste, tanto que yo te anhelaba

rogando que te encontrara mi alegría y felicidad.

No me fallaste… Con la bendición de Dios

mi muñequita ideal, ya llegaste Jessica…

Si cuando te vi, se levantó mi esperanza

y una rosa y su fragancia me llenaron Jéssica.

Observarte a ti es mirar al paraíso

el efecto de un hechizo tú tienes mi Jéssica”.

Esta es solo una síntesis de la aportación de Ismael Quintana al pentagrama salsero mundial. Profundidad, sustancia, sinceridad y sabor.

Ismael Quintana nunca buscó protagonismos. Fue una de las Estrellas de Fania más sencillas que conocí. Pero su herencia será referencia obligada para la presente y futuras generaciones.

El mejor tributo a su memoria, ahora que se acerca la hora de sus exequias, es escuchar su música y recordar al mundo que no ha fallecido cualquier cantante, sino que se integra al concierto de la Fania celeste el ponceño Ismael “Pat” Quintana, El Melancólico.

¡Descanse en paz!

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